martes, 12 de octubre de 2010

PIEDRAS Y MÁS PIEDRAS

Monte Perdido y Soum de Ramond

Recorriendo el Pirineo jacetano se ven de vez en cuando unos carteles marrones donde se anuncia: “Ruta geológica pirenaica”, y el símblo de una foto. Nunca intenté ver lo que indicaban pero este jueves, en Jaca, entro en la Oficina de Turismo donde pregunto a qué vienen tales carteles y me informan de que efectivamente, hay una Ruta transpirenaica (España y Francia ¿alguien adivina de quién partió la inciativa?) donde se pueden visitar unos cuantos puntos de interés geológico, con carteles informativos e interpretación del paisaje que se ve en cada punto. Muy, muy recomendable.


Tienen página web (por supuesto) donde un informe en pdf reproduce los carteles, los croquis y da muy abundante información sobre este paraíso geológico /(y de otros tipos) que es el Pirineo. De vuelta a Zaragoza me dedico a repasar o más bien estudiar este tema que termina siendo además de bastante enrevesado, fascinante. Debo recordar las Eras geológicas (ésas que ya nadie estudia, ni siquiera en el Bachillerato, ay), tipos de toca, orogenias, encabalgamientos, deslizamientos sobre flysch (me encanta la palabra, qué sugerente de su significado). Resulta que la arenisca se llama gres en francés (los carteles están en ambos idionas ya que la ruta comprende los dos lados de la frontera). ¡Qué cosas, yo que creía tener suelos de gres (muy señorial) y resulta que son de arenisca¡. Por otro lado sé por el arte que la arenisca es terriblemente erosionable.¿También el gres?



Recomiendo un poco de estudio previo y un buen recorrido por estos lugares aporvechando que todo está ya preparado. Los paneles, que son muy simples, son extraordinariamente sintéticos y ofrecen una infomación mucho más completa de lo que podría sospecharse, hay que fijarse bien en los colores, mapas, ejes cronológicos. Naturalmente, unos puntos son más interesantes que otros y por eso es buena idea preparar el recorrido con antelación. Las muestras de rocas –exhibidas en Jaca – y la interpretación in situ de los paisajes que se pueden contemplar es lo más atractivo, desde mi punto de vista.





La iniciativa de estos geólogos me da que pensar sobre nuestras relaciones con el país vecino. Como tantas veces gracias a las invasiones francesas en este ..... país nos hemos enterado de lo que teníamos. Ejércitos galos trazaron mapas estupendos y fueron responsables de que el valle de Gistáin se diga así y no Chistén. A ver: pronuncien Gistaín a la francesa, s’il vous plaît. Louis Ramond de Carbonières se escaló unos cuantos “soums” dando nombre a uno de los más célebres. Lucien Briet fotografió a nuestros antepasados pastores cubiertos de zamarras de oveja, tan “pintoresques”.

Afortunadamente hoy muchos aficionados al Pirineo dejan constancia no sólo de su interés sino de su investigación sobre este espacio, recomiendo el blog de Juan Gavasa  donde combina su amor por el montañismo con una estupenda información y fotos sobre geología en esta cordillera, y en el que nos cuenta entre otras cosas la historia de las primeras viajeras que se aventuraron por estas montañas (reflexión: ¿cómo eran capaces de arriesgarse por estos caminos con aquellas faldas?), y de los "exploradores" que sacaron a la luz estos parajes, hasta entonces desconocidos.


Y finalmente, la Francia acogió mal que bien a miles de aragoneses tras nuestra guerra civil. ¡Qué bien nos ha sentado siempre Francia¡ Aunque nostálgicos del terruño, ¡cuántos salieron adelante, trabajaron, dieron escuela a sus hijos, vivieron con más libertad que de este lado de la frontera¡


En fin, que me desvío.


Caspar David Friedrich. Viajero frente a un mar de niebla

Como lo tenemos tan cerca igual no le damos al Pirineo todo el valor que tiene. Desde luego que las cosas están cambiando pero aún así es dificil que valoremos en toda su extensión la riqueza natural, paisajística, antrpológica de esta porción de nuestra tierra.


Pasear por estas montañas, sabiendo que fueron en su momento un paisaje tropical del hemisferio sur, y luego una fosa marina de varios miles de profundidad que se rellenó de restos de conchas marinas, siendo posteriormente plegada tan intensamente que ascendieron hasta casi 4.000 metros es más estimulante que muchas novelas fantásticas.

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