sábado, 24 de septiembre de 2011

HORMIGAS CRUJIENTES

Y allí será el llanto, y el crujir de dientes...
¡Qué frase más expresiva¡ ¿Por qué me viene esto a la mente? Pura divagación que no quiero dejar pasar como tantíiiisimas otras.
Primero: compré patatas fritas y he descubierto que soy patatoadicta. Como rezaba un famoso slogan: prueba una y no quedará ninguna... ¿Por qué nos gustan tanto las patatas fritas? Yo creo que además de su sabor es porque son crujientes. Es más, creo que el gusto por las comidas crujientes es universal e intemporal. Ya sé que no habrá estudios ni bibliografía al respecto pero estoy convencida de que a la humanidad siempre nos ha gustado la comida crujiente. ¿Y por qué? Y una se remontaremontaremonta en la memoria atávica y ve a los antepasados hominidos hincándole el diente a una crujiente manzana (o su antepasada pomérida). Claro que otras frutas serían blandas y deliciosas... Ah¡ Ya lo sé: las hormigas - ese "bocato di cardinale" del paleolítico, buscado con avidez con una ramita -siempre están crujientes.

También he buscado en google a ver si la palabra crujiente es tan onomatopéyica en todos los idiomas. Y no pero en una buena muestra sí: crunchy (inglés), krispigt (sueco), gebrek (turco). En griego, decepción: traganos, pero busco crujir y me encuentro con krotalisma, ya veo los krótalos de las bailarinas de Gadir, crujiendo... Y naturalmente, se lleva la palma en su crujiente pronunciación: el euskera (kurruscaria, un currusco crujiente recién salido del horno, robado antes de llegar a casa).

Estos días son un poco crujiodontócicos. O sea, que me descubro frecuentemente con la mandíbula tensa y los dientes apretados. Incluso en la noche, así que debo sufrir "brusismo" (se dice así?) un problema de estrés bastante generalizado que puede llevar a la pérdida de la capacidad masticatoria de los dientes. Realmente, días de crisis, de llanto y crujir de dientes.