jueves, 29 de julio de 2010

SARDINAS PARA UNA SIRENA (DE SECANO)



Hoy es día de inauguración: comienzo este blog tras tener que hacer frente a dos dilemas: el primero responderme a la pregunta de si realmente tendrá interés "global" lo que yo escriba en él (respuesta: probablemente no pero tango tanto derecho a hacerlo como el resto); el segundo ¿qué nombre ponerle? Este se ha resuelto recordando la portada románica de Santa María de Uncastillo, un lugar mágico que revisité este domingo encontrándolo tan hermoso como siempre,o más...

¿Comían sardinas las sirenas, o tenían compasión de sus congéneres? El Mediterráneo, antaño tan rico en sardinas - y sirenas - hoy sólo genera ladrillos y prebendas. En la Edad Media aún eran abundantes, las unas y las otras, y en el arte románico las sirenas clásicas incorporaron unas colas de pez muy sugerentes. Dicen que con su cántico atraían y llevaban a la perdición a los marineros... ¡Cuántas mentiras urdían para explicar sus ausencias cuando volvían al hogar¡¡

Estos días he repasado mis documentos acerca de la alimentación medieval. Recuerdo haber leído sobre los arenques, pescados en el Atlántico y reyes de la mesa cuaresmal de los pobres desde el siglo XIII. No recordaba exactamente cómo eran los arenques pero luego me han hecho recordar las "sardinas" de tonel, antes tan habituales en las mesas también escasas de la posguerra española. Y me viene a la memoria lo de "Cine o sardina" de Guillermo Cabrera Infante, o los consejos metodológicos sobre cómo destripar estos bichos: poniéndolos en el quicio de una puerta y apretando para que se desprendan bien las escamas,o bien entre dos papeles de estraza (de ése que hoy ya no existe y antes era el único) y golpeándolas con el puño, con el mismo objetivo.

Yo no he tenido que hacer frente a este problema: las sardinas -que no arenques, no había - que me ha vendido el supermercado estaban embaladas con todas las garantías y ningún encanto ni romanticismo, pero como no tenía otra cosa para comer las he comprado. Por 1,60 euros habríamos comido 4 personas si a las sardinas saladas hubiéramos agregado, como era canónico  la Edad Media, un kilo al menos de pan y 1 litro de vino. No se puede decir que la dieta mediterránea sea cara. En la época medieval las sardinas, no siendo baratas, llegaron a popularizarse tanto que pasaron a convertirse en el icono de las abstienencias cuaresmales Véase si no la Batalla de don Carnal y doña Cuaresma del Arcipreste de Hita:


El primero de todos que hirió a don Carnal 
fue el puerro cuelliblanco, y dejolo muy mal, 
le obligó a escupir flema; esta fue la señal. 

Pensó doña Cuaresma que era suyo el real (1). 
Vino luego en su ayuda la salada sardina, 
que hirió muy reciamente a la gruesa gallina
,
 
se atravesó en su pico ahogándola aína (2); 
después, a don Carnal quebró la capellina (3). 
Vinieron muchas mielgas4 en esta delantera, 
los verdeles (5) y jibias (6) son, del flanco (7), barrera; 
dura está la pelea, de muy mala manera, 
caía en cada bando mucha buena mollera. 





El entierro de la sardina, de Goya


El destripado de las piezas rememora gestos y olores ya olvidados en esta cocina funcional, rápida, inodora y aséptica que hoy ¿disfrutamos?. Las he puesto en una fuente de cerámica con pimientos rojos (venidos de América) y me he comido dos con pan, vino y bastante ensalada. Estaban perfectas aunque debería haber agregado más pan y vino, como dije.