jueves, 16 de septiembre de 2010

CULEBRÓN MEDIEVAL (O... teniendo a Jaime I ¿quién necesita a Nelson José?)


 

Acabo de leerme el libro “La sociedad en Aragón y Cataluña en el reinado de Jaime I (1213-1276)”, coordinado por Esteban Sarasa y publicado por la Institución Fernando el Católico.  

He aprovechado para “repasar” historia, que siempre viene bien, y gracias a esta fuente de información que es la red, no sólo he descubierto que la mayoría de los artículos están colgados en PDF en la página de la Institución Fernando el Católico, sino que me he paseado por internet buscando datos de los principales personajes que intervienen en la vida de este rey, empezando por él mismo.



Jaime I por Gonçal Peris y Jaume Matheo
s. XV

Muchas son las circunstancias que concurren para hacer de su reinado una época que bien merece un estudio profundo: su larga vida, las difíciles circunstancias en que entró a reinar, y la personalidad del monarca –que deja bien a las claras el hecho de que mandara redactar una memoria de sus actos –Llibre dels Feits – sus amoríos, sus decisiones políticas.

No pretendo hacer una lista de los principales logros de su gestión política, que fueron muchos - se puede consultar en cualquier estudio especializado – simplemente quiero resaltar algunas de las  cuestiones que más me han llamado la atención de este rey.




Vidal Mayor
En primer lugar, da la sensación de que su figura ha sido mucho más (y mejor) tratada por los historiadores catalanes que por los aragoneses. Al parecer y resumiendo, se opina que Jaime I gobernó más a favor de los primeros que de los segundos. Los catalanes ven en él el rey que inicia rasgos considerados como propios, distintivos: la empresa balear (y con ello el primer paso de la expansón mediterránea), el apoyo a las ciudades y la burguesía, la configuración territorial de Cataluña (la cesión de Lérida, territorio “irredento” de Aragón), y un largo etcétera.









Incluso en una fuente tan aparentemente objetiva como la Enciclopedia Aragonesa se habla de él en términos algo recriminatorios. Muchos han opinado que el rey gobernó según las nuevas corrientes “romanistas” del derecho – que reclamaban más poder para el monarca, o sea para el estado – por encima de los intereses de la nobleza feudal. La valoración de este modelo potítico van desde el aplauso por someter a la aristocracia rebelde (que lo fue) al reproche por haber quebrantado en numerosas ocasiones los derechos marcados por los Fueros aragoneses. Es también relevante la comparación que se hace entre la estrechez de miras y las prácticas económicas retardatarias de la nobleza aragonesa y la asunción de un modelo “precapitalista” por la oligarquía ciudadana y los grupos más insignes en la zona de Cataluña.



Hay que decir con claridad que todo esto es cierto. No sabemos si los unos fueron anticuados premeditadamente o los otros tenían conciencia de su papel pionero. Seguro que no. Pero desde luego suponer una “conciencia democrática” en la actuación de los nobles rebeldes al rey es haber visto muchas películas de Ridley Scott. Desde luego, tampoco la tenían los que apoyaban al rey por defender sus negocios.





Vaya pues por delante mi “simpatía” política por este monarca que, gestionando el reino por afanes sin duda egoistas, moderizó la amalgama de territorios que se habían ido sumando al viejo reino aragonés, y la dotó de leyes (Vidal Mayor) y organización administrativa, y la proyectó con fuerza hacia el exterior iniciando una expansión que durará dos siglos y que fijará ya defnitivamente el destino histórico de la Corona.

Sin embargo uno de los principales reproches que se le hacen son sus continuos cambios de opinión y sus actuaciones contradictorias en muchos asuntos. Podemos ver un ejemplo paradigmático de estos vaivenes en su trato con judíos o mudéjares. Parece seguro que Jaime I no tenía ideas discriminatorias. No puso en práctica muchas de las disposiciones papales del IV Concilio de Letrán (1215) y tendrá consejeros y administradores hebreos, pero les hara pagar caro su apoyo (literalmente). ¿Actuaba por interés o con conciencia igualitaria?

A los mudéjares de Valencia los mantiene – sometidos - en la zona por evidenes razones prácticas que a alguno podría parecerle una defensa de la multiculturalidad. Es frecuente encontrar incluso en obras serias esta valoración “ética” tan enfangada de modernidad. Pero todo ello redunda en beneficio de una nobleza a la que hay que favorecer, pues gracias a ella se ha conquistado el reino valenciano. No habrá en cambio misericordia para los moros mallorquines cuando las tropas cristianas entren en la Madina Mayurqas, que se había resisitido frente a los invasores. La ciudad será arrasada y su población masacrada y esclavizada. Tampoco habrá componendas para los mudéjares valencianos que se rebelen - capitaneados por Al-Azraq - por el incumplimiento de los pactos firmados en el momento de la conquista.





UNA VIDA DE NOVELA

Unos buenos enlaces para conocer su vida y hechos:
Consultar la página de José Hinojosa Montalvo (Universitat d’Alacant, Acadèmic d. de la Reial Acadèmia de la Història) y no desanimarse porque esté en otra lengua, bajad-bajad y está en castellano






Su concepción fue novelesca. Su padre, Pedro II, un mujeriego empedernido, se había casado con María de Montpellier pero no cohabitaba con ella de lo que resultaba la inexistencia de un heredero para la corona. Un noble urdió con la reina una encerrona. El rey cayó en la trampa y, creyendo pasar una noche con una dama que no deseaba ser reconocida, la pasó en realidad con su esposa. Llegada la mañana Pedro II descubrió el ardid y lleno de ira se marchó de allí para no volver más. En esa noche fue engendrado Jaime I.





María de Montpellier tiene también una vida agitada. Como todas las mujeres de la época, se convierte en moneda de cambio para satisfacer ambiciones políticas: la casan con Barral, vizconde de Marsella, y al enviudar en 1197 su padre Guillermo VII la cede a Bernardo IV conde de Comminges para alejarla de Montpellier en beneficio de su hermanastro Guillermo IX de Tolosa (que heredará esta ciudad). Cuatro años más tarde Bernardo repudia a su esposa. Muerto su padre Pedro II se casa con María, dejando sin herencia a los legítimos herederos de Montpellier (hay que decir que Guillermo VII le había nombrado su albacea testamentario). 


En 1213 parte hacia Roma para impedir que Pedro II se divorcie de ella y se case con María de Montferrat. María morirá allí poco después que su marido.

Su nombre: no tenía tradición en la casa real ni aragonesa ni de los condes de Barcelona. Es extraño quea un rey se le dé un nombre diferente de los de su familia, máxime si va a ser el heredero. Jaime I explica esta originaliad por algo que contaba la reina: para elegir su nombre hizo encender 12 velas por los 12 apóstoles, dándoles sus nombres a cada una. La que más tardó en consumirse fue la de Santiago (Jacobo, Jacome, Jacme).


Su padre a pesar de ser apodado el Católico, murió en una cruzada del Papa contra sus vasallos albigenses. El Papado, aliado de la monarquía francesa, deseaba incorporar a su corona los territorios del sur de Francia, aliados de los aragoneses desde hacía un siglo. En la Batalla de Muret (1213) murió el rey y buena parte de sus nobles. Jaime I tenía 5 años y su padre no sólo había muerto, había sido excomulgado. Su situación no podía ser más débil. Será confinado en Carcasonne al cuidado de Simon de Monfort, que había liderado las tropas francesas que en 1213 provocaron la muerte de su padre.

Poco tiempo después lo trasladan desde Francia al castillo de Monzón donde permanecerá custodiado por los monjes templarios para evitar fugas y se supone, contaminación herética.



Castillo de Monzón

Durante su confinamiento en Monzón Jaime tiene como compañero a Ramón Berenguer V, algo más mayor que él. Sus nobles conspiran para hacerse con el poder. Sus principales enemigos son sus propios familiares: su tío abuelo don Sancho y el abad de Montearagón don Fernando, su tio (hermano e hijo respectivamente de Alfonso II).



Jaime describe esta etapa de su vida con profunda aversión ya que no sólo no era libre, sino que quienes le aconsejaban lo hacían por propio interés.



1218: Se celebra una Curia Real en Monzón. Las presiones de su tío Fernando Abad de Montearagón y algunos nobles aragoneses consiguen la renuncia de su tío Sancho al trono. Jaime tiene 10 añitos, pero seguramente ya empieza a manejarse en este complicado mundillo de intrigas, secretos y traiciones).



Tres años después las Cortes le declaran mayor de edad y por tanto rey de pleno derecho. Tiene 13 años.



En esa fecha se casa con Leonor de Castilla. Él tenía 13 o 14 años y ella 19.
Algunos opinan que Jaime I veía a Leonor como una madre, pero años después cuando ya se había hecho un hombre adulto, esta relación le coartará en sus proyectos. Se divorciará de ella en 1229 alegando proximidad de parentesco. La verdad que creo que había que remontarse –creo – a sus bisabuelos navarros para encontrar parientes cercanos: era a todas luces una burda excusa, pero el Papa le concedió la nulidad.

Blasón de la reina Leonor

Leonor de Castilla era hija de AlfonsoVIII y Leonor de Plantagenet, siendo entre otros parentescos nieta por parte materna de Enrique II de Inglaterra y de la famosa Leonor de Aquitania (y sobrina por tanto de Ricardo Corazón de León). Su sobrino Fernando III (el Santo) será rey de Castilla y León (unidas ya para siempre en una corona) y uno de los princiaples protagonistas de la conquista andaluza. Divorciada de Jaime I en 1229 mantendrá las posesiones que le cedió su esposo por acuerdo establecido entre éste y Fernando III en Santa María de Huerta. Leonor se evade de la escena política pasando sus últimos 15 años de vida en el Monasterio de las Huelgas.



1224 en plena sublevación de los nobles en su contra cae prisionero y es encerrado en la Zuda de Zaragoza. El cabecilla de los rebeldes es su tío Fernando.



1225 quizás para distraer estos malos ánimos lanza una campaña contra la musulmana Peñíscola, que no consigue tomar aunque sí cierto respiro dentro de su reino.



1226 Intenta convocar a sus nobles para seguir la guerra conra el moro pero tras esperarles infructuosamente durante tres semanas, decide establecer una tregua con el rey de Valencia Abu Zeid. Jaime I se encuentra con Pedro de Ahones, al que advierte que respete las treguas que acaba de firmar. Don Pedro se niega y tras varias escaramuzas, termina muerto por las tropas de don Jaime. (Consultar el libro de Ed. ANUBAR Literatura de Aragón, I.
Esta muerte provoca la sublevación general de todos los nobles en su contra.


Batalla del Puig


 
 
 
 
 
1228: Aurembiaix de Urgel le pide ayuda para recuperar su condado de manos de Gerau de Cabrera, que se lo había robado. En 1228 Jaime I realiza una rápida campaña en la que restituye a Aurembiaix, que se convierte en su amante. Se habla de establecer un contrato de concubinato, aún a pesar de su matrimonio previo con Leonor de Castilla.





1229: Su amigo Pedro Fernández de Azagra, señor de Albarracín, le invita a una cacería, en realidad una entrevista con Abu Zeyd, rey destronado de Valencia y al que Jaime I ya había estado cobrando parias (sumas de dinero a cambio de no atacarle): éste le cederá sus derechos sobre la ciudad levantina, que será conquistada en 1237.



1235. Tras la aulación de su matrimonio con Leonor de Castilla se casa con Violante de Hungría, hija del rey de este país.
Blasón de Alfonso de Aragón
con la señal aragonesa y el emblema de Castilla






Violante dará al rey cinco hijas y cuatro hijos. Difícil situación para un padre que pensaba que debía repartir su herencia entre sus herederos. Su matrimonio duró 16 años, durante los cuales Violante trató siempre de enemistar a su esposo con el primogénito don Alfonso, hijo de Leonor de Castilla.










Violante pertenecía  una familia de santos y sobre todo de santas, su hermana fue Santa Isabel de Hungría y sus sobrinas también lo fueron. Me ha sorprendido la biografía de Santa Isabel: se casó a los 14 años con el conde Luis de Turingia Hesse y al parecer el matrimonio fue feliz (esto es una gran noticia a reseñar en estas épocas tan poco románticas). Isabel era muy dada a las obras de caridad y montó un hospital cerca del castillo de Wartburg, para que los inválidos no tuvieran que subir una cuesta a la que llamaban “rompe-rodillas”. En 1224 su esposo murió cuando se encaminaba a la Sexta Cruzada. Al parecer su cuñado el nuevo conde la echó junto con sus hijos. Terminó profesando con los franciscanos y fundando un hospital en Marburgo. Su confesor y director espiritual, Conrado de Marburgo, era extremadamente severo con ella, llegando a abofetearla y disciplinarla con una vara, después de haberla obligado a despedir a sus antiguas criadas. 
Isabel murió en 1231 se sopecha que de agotamiento caritativo. Tenía sólo 24 años.

Una de su hijas, Violante de Aragón, casará a los 10 años con Alfonso X, rey con el que su padre Jaime I tenía muy buenas relaciones. Al parecer la rein no podía tener hijos al principio (lógico¡) y Alfosno hasta pensó en repudiarla. Pero luego parece que se animaron bastante: tendrá con el rey once hijos e hijas, entre los cuales los más famosos son Fernando - apodado de la Cerda por su abundante y crespa pilosidad – y Sancho, segundo en la línea sucesoria. Según se establecía en el código legal de las Siete Partidas los herederos a a muerte del rey debían ser los hijos de Fernando pero éste morirá en 1275 y Sancho pasará a ser rey (Sancho IV el Bravo) con el apoyo de parte de la nobleza castellana, descontenta con la política de Alfonso X  favorable a judíos y mudéjares. Además Sancho había gobernado el reino durate ños mientras su padre estaba ausente, interesado en obtener la corona imperial germánica e incluso había sido jurado ya como heredero en las Cortes.




María de Molina presenta a su hijo a las Cortes
Antonio Gisbert Pérez1863

Los llamados “infantes de la Cerda”, apoyados por su abuela, hallarán refugio y apoyo en Aragón en la corte de Pedro III. Por su parte, su otro nieto Fernando “el Emplazado”, hijo de Sancho IV será apoyado por su madre la muy famosa María de Molina






1268: estando en la ciudad de Toledo para asistir a la primera misa de su hijo el arzobispo don Sancho, se e presenta una embajada tártara que le pide ayuda contra sus enemigos comunes y de la cristiandad en general, los turcos. Jaime I monta una nutrida expedición que parte por mar pero que debe refugiarse cerca de Montpellier. Don Jaime desembarca y regresa a su reino por tierra, que está muy malo el tiempo y uno ya tiene una edad (60 años) y además le espera doña Berenguela Alfonso, su amante de turno.


1275: en plena guerra civil entre el heredero Pedro (III) y su hermanastro bastardo Fernando Sánchez de Castro y buena parte de la nobleza (una vez más¡) don Fernando es apresado por las tropas leales a don Pedro y éste manda ejecutarle ahogándolo en el Cinca.


SUS MUJERES


Me han soprendido las biografías de las mujeres que han ido apareciendo a lo largo de la lectura. Todas sin excepción fueron utilizadas como moneda de cambio por sus parientes, deseosos de establecer alianzas, ampliar territorios o influencias o neutralizar enemigos. Una se pregunta qué pensarían estas mujeres. ¿Aceptaban de grado su destino? ¿Aprovechaban sus nuevas circunstancias para medrar y obtener a su vez poder y prestigio? Las crónicas históricas, ya de por sí parcas en este tipo de informaciones, nada dicen de estas cuestiones. Sin embargo creo que se pueden espigar algunas pistas al ver la conducta de estas damas a lo largo de su vida. María de Montpellier por ejemplo se muestra más preocupada por conseguir un heredero (lo que le reportará categoría en la corte) antes que el amor de un rey que le había tocado podríamos decir, de rebote. De igual manera la vemos dirigiéndose a Roma para impedir su divorcio.



A Leonor de Castilla en cambio, no parece desesperarle demasiado su divorcio. Sea porque se lo permite su encumbrada posición social, por auténtica piedad o por deseo de apartamiento del “mundo”, escoge un silencioso retiro en las Huelgas reales. Bien es cierto que tan alta dama sólo podía optar a un nuevo matrimonio de categoría real.



Sobre Violante de Hungría, y a pesar de provenir de una familia tan, tan religiosa, la mayoría de historiadores opinan que se encargó de relegar a los hijos de Leonor para favorecer a lo suyos en la sucesión real. Este comportamiento entra dentro de lo esperado en una persona de esta posición social, así que podríamos imaginarla, si no contenta con su suerte (saliendo de la lejana Hungría para casarse con un perfecto desconocido), sí aprovechando en su beneficio las cartas que la suerte le había repartido.



La más juiciosa puede que fuera Teresa Gil de Vidaurre. Sabía desde el principio con quién se la estaba jugando y al parecer tuvo la suficiente fuerza de ánimo y personalidad para resistirse al rey y conseguir de él lo que se llamaban “palabras de futuro”, un compromiso firme de casamiento que simplemente validaba el casamiento de hecho, pues tales palabras y la relación carnal entre los que ya eran esposos constituían un auténtico matrimonio. Pero tuvo mala suerte: un testigo del compromiso real murió antes de dar testimonio, y aunque el obispo de Gerona quebrantó el secreto de confesión del rey y le contó al Papa la realidad de tales promesas (de lo que derivó según cuenta Jerónimo Zurita que el rey ordenara que le arrancaran la lengua), éste no admitió el repudio de doña Violante, por más que el rey dijera que la reina había contraído la lepra.


No le fue mal a pesar de ello pues además del favor del rey (intermitente, como era habitual) consiguió que sus dos hijos quedaran muy bien “colocados”, pues Jaime obtuvo el señorío de Jérica y Pedro fue el fundador de la Casa de Ayerbe, ambas de larga raigambre en la historia del reino aragonés.

Tumba de Jaime I

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