miércoles, 18 de agosto de 2010

PURA SORIA





Como aperitivo, la ermita de San Baudelio de Berlanga. Claro que con este entrante casi sobra el resto del almuerzo. No repetiré lo que otros con más gracia han dicho ya tantas veces: el encanto, la magia, la sorpresa de este joyero arquiectónico, casi cúbico y tan sobrio al exterior como la tierra soriana sobre la que se alza.




Castillo de Gormaz. Puerta del s.X
De nuevo hago más fotos, irrestitible el afán por atrapar esta maravilla fronteriza. Frontera real durante casi dos siglos, idas y venidas nada pacíficas las más de las veces. Cristianos empujando desde el norte ganando terreno al menor descuido de los musulmanes. Más bien: del PODER. Que periódicamente reestablecía sus bases en la línea de castillos que pasa por Osma y Gormaz (incontables, sin memoria las tumbas de los que se llevarían unos y otros por delante).





Frontera también, a ambos Dioses gracias, de culturas. Eremitas abandonando un mundo díscolo para refugiarse en una cueva a la que algún tiempo después le nacerá una palmera de piedra, con arcos de herradura en vez de hojas.

Mozárabes huyendo de un Islam cada vez más intransigente, intentando aclimatar sus huertas a estos secanos, construyendo según lo habían hecho desde al menos cinco siglos.





Si algún despistado llega y ve desde fuera la iglesita pensará que visitarla es cuestión de diez minutos. Pero una vez que entras el espacio se multiplica en tan variadas perspectivas que si te mueves tan sólo dos pasos dejarás de ver una realidad para ver otra. Con pinturas la impresión tenía que ser de pura alucinación, un verdadero paraíso en medio del páramo.






Me he demorado un rato por afuera, remoloneando, fotografiando unas plantas tan resistentes a cualquier cosa como los que se atrevieron a poblar estas tierras: un cardo amarillo muy agresivo pero precioso, un alucinógeno beleño. Me resisto a entrar prolongando el placer que me aguarda dentro.



Las cigarras cantan con fuerza, celebrando el verano. Golondrinas y aviones pasan chillando por un cielo de un azul casi sólido.


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