miércoles, 18 de agosto de 2010

DE LA FALCATA A LA NAVAJA

Es uno de los símbolos más conocidos e identificativos de la cultura ibérica. La falcata, esa espada corta que al parecer impresionó hasta al mismo exercitus romanus con su sección algo curvilinea, hasta el punto de cambiar sus gladii más grandes y pesadas por una versión más corta y apropiada para la lucha cuerpo a cuerpo. Claro que lo más probable es que lo que les impresionó fue el sujeto o "sujetante" de la falcata, que no se rendía ni por esas. Los historiadores romanos olvidan reseñar en ocasiones que el portador de falcata habría sido traicionado por algún general romano que ejercía legamente el despojo de los pueblos sometidos.

La falcata servía para tajar y no tanto para ser blandida en golpes, esto la hacía excelente en la lucha individual. Era inútil en cambio ante un buen escudo o una armadura fuerte. Los romanos tenían una armadura protectora que no les hacía invulnerables y un escudo grande que servía sobre todo cuando el ejercito mantenía la formación. Pero en un cuerpo a cuerpo los guerreros indígenas, más ligeros de equipamiento y por tanto más rápidos podían encontrar el punto exacto para rebanar al legionario por los costados. Nada de fintas de esgrima ni "fair play". Tenía un sólo filo que se volvía doble al llegar a la punta : así también podría clavarse en el enemigo, supongo yo que para rematarlo.

Si miramos con atención la falcata nos podemos imaginar el tipo de golpe para el que está pensada. Me asombra también la elegancia de su diseño, muy calculada para hacerlo eficaz : se golpea de lado con el filo y la misma curvatura -la falcata se vuelve más ancha en esa zona- parece guiar el movimiento de desgarro que produciría.

Es el mismo tipo de diseño que tuvieron durante siglos las navajas. ¿Nadie ha reparado en la semajanza entre ambas? Si buscamos el origen de la palabra "navaja" al parecer viene del latín novacula, un acto que consistiría en la novatio o renovación personal que se explicitaba rapándose la cabeza (¡como los reclutas¡). Marcial menciona esta novacula nudare caput. Sin embargo, de novacula a "navacula" -que sería el precedente lógico  de la palabra castellana - hay que cambiar un vocal demasiado abierta a mi escaso entender como para afirmar esta filiación. Navaja es una palabra que me parece preciosa, la muy gutural "jota" española se suaviza y afina entre "aes" evocando la tajante finura de su filo.

Si pensamos en las funciones primigenias de las navajas la del afeitado me parece la más evidente. Sabemos  que los legionarios romanos se rasuraban y que las barbas estuvieron de moda entre los romanos de manera más bien efímera. Se han encontrado navajas en yacimientos romanos como no podía ser de otra forma, incluso un utensilio asimilable a nuestras modernas "navajas suizas".




Esta empuñadura de navaja romana no nos da idea de cómo era la hoja, que yo creo que tendría que adaptarse a la curvatura de la cara. Así pues y una vez sometidos los levantiscos prehispanos ¿no pudieron reutilizar sus falcatas guerreras en usos más pacíficos? Si comparamos la forma de ambos objetos ¿no guardan un aire de familia más que cercano?


Mientras la arqueología medieval no lo remedie, sabemos poco de las navajas de esta época. Puesto que se necesitaban y que hay alguna mención de ellas, pervivirían a o largo de los siglos. ¿Cómo eran? Las de los barberos no precisaban punta así que serían planas como las actuales de afeitado. Pero dada la penuria de metales que vivieron en esta época tiendo a pensar que la gente dispondría de un cuchillo "multiusos" (y no por suizo), con el que afeitarse, cortar la comida, defenderse, etc. Hay quien opina que hasta el siglo XV la navaja sólo cortaba pero no pinchaba pero aunque se citan las descripciones de navajas agudas para mediados de ese siglo, en el romance de la Jura de Santa Gadea se mencionan "cuchillos cachicuernos" que matarían al rey si mentía en su jura. ¿Cómo iban a hacerlo si carecían de punta?.

Aquí vemos el caracter popular de las navajas. Su contraposición a las aristocráticas espadas de la nobleza. Morir a navaja era una afrenta para un rey. Los enfrentamientos entre gentes de baja ralea que "tiraban de navaja" está ligado a esa imagen de España que se difunde a partir del siglo XIX. La navaja es su icono. Los franceses que nos invadieron estaban horrorizados porque no nos dejáramos invadir, y recordaban años después el siniestro clic-clic de las navajas de muelles cuando se abrían para destripar gabachos.


Gustavo Doré: Lanzar la navaja

Navajas empuñadas en peleas de taberna o escondidas en las ligas de mujeres de rompe y rasga (literalmente). Pero también, navajas con las que se señalaba el paso de la infancia al mundo de los adultos, esa navaja que regalaba el padre o el abuelo en una ceremonia que terminó asemejándose en su simbolismo casi espiritual al nombramiento de los caballeros medievales cuando recibían su espada.


La navaja está incorporada a nuestro imaginario colectivo (de ello nos habla por ejemplo Abraham García, en un artículo de El mundo.es). Como tal los poetas la han incorporado a sus creaciones, como Lorca :
"Ángeles negros traían/pañuelos y agua de nieve./ Ángeles con grandes alas/de navajas de Albacete" (La Reyerta, en Romancero Gitano)

¡Qué poderosa imagen¡¡ O qué buen ojo el del granadino. ¿No tienen los ángeles navajas en vez de alas? ¿Serviría de inspiración el perfil quebrado de los ángeles de los beatos para las navajas, tan hispana como éstos?








  Un estupendo trabajo sobre las navajas de Rafael Martínez del Peral sobre las navajas

1 comentario:

  1. Muy interesante el artículo. Me guataría hacer una observación; si bien la falcata tiene una forma precisa para rebanar (su forma permite cortes profundos y largos), también es muy poderosa "golpeando", justamente su forma curva la hace muy fuerte, al tener un centro de gravedad "adelantado", lo que le permite el peso necesario para cortar por golpe. Algunas crónicas de los romanos dan cuenta de esa situación, dado que tuvieron que reforzar los bordes de sus escudos para evitar que se partieran ante los golpes de las falcatas. Obviamente todo esto es complemtario al valor y la ferocidad de los guerreros ibéricos.

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