jueves, 4 de noviembre de 2010

CENTRAL PARK

Nuestro apartamento estaba situado al lado de Central Park, verdadero pulmón de la City y un lugar maravilloso para pasear, hacer ejercicio, llevar a los niños o montar un picnic.



El parque fue diseñado ya en el siglo XIX por Frederick Law Olmsted y Calvert Vaux, que más tarde crearon el "Brooklyn's Prospect Park" en el barrio de este nombre, su “Central Park” particular. La ciudad, organizada en 1811 según un plano ortogonal que sólo rompe la avenida Broadway, crecía y se pensó en dejar un espacio “libre” al estilo de Hyde Park, en Londres. Sin embargo el lugar no estaba exactamente vacío, sino ocupado por personas de origen afroamericano, irlandés o alemán: en 1857 unos 1600 fueron desahuciados de pequeños pueblos que se habían ido formando en los alrededores de Nueva York, que por aquel entonces se limitaba a la zona del Lower Manhattan (hoy zona financiera).



El terreno era de muy mala calidad, de hecho Central Park se asienta sobre suelo volcánico y cenagoso. Por ello la tierra que lo constituye actualmente (unos 14.000 m3) tuvo que ser aportada desde Nueva Yersey. Se removieron rocas y tierra para poder plantar los más de cuatro millones de árboles que lo pueblan, con representación de unas 15.000 especies. El parque fue oficialmente terminado en 1873.





El parque está diseñado con mucho estilo: en vez de seguir los presupuestos de los jardines racionalistas franceses, de amplias perspectivas y geométrica disposición, Central Park opta por los senderos de trazados sinuosos, cambios constantes de alturas y estudiada “naturalidad” para la vegetación. Esto proporciona una continua y excitante variedad de vistas, paisajes y ambientes. Rocas antiquísimas y otras transportadas por el hombre se combinan con lagos más o menos artificiales, pequeñas praderas, bosquecillos y edificios de variado uso que en nada desentonan en el conjunto. Multitud de bancos, todos aportados por iniciativa privada, cada uno con su dedicatoria, las más de las veces, muy emotiva: esposos a la memoria de sus parejas, en recuerdo de los felices momentos allí pasados, amigos que recuerdan a algún compañero fallecido, parientes, dueños de mascotas (¡).


Mucha, mucha gente: deportistas o paseantes, gente celebrando alguna Marcha reivindicativa (contra el cáncer de mama, por ejemplo, todos con sus equipos en color rosa), la grabación de una serie de televisión, voluntarios (perdón, más bien voluntarias) de la tercera edad cuidando las plantas, paseantes de perros o niños propios o ajenos (en cuyo caso el niño/a es blanco/a y la paseante no, sobre los perros había más variedad cromática para los paseadores y los paseados).

Ardillas numerosísimas, alimentadas espléndidamente gracias a la estupenda colección de robles americanos (quercus rubra) que posee el parque. Niños de alguna escuela a los que unos guardas uniformados como en la serie del Oso Yogui les explicaban las maravillas de la naturaleza, un silencio y respeto impesionantes por parte de los peques, un sangrante recuerdo al intentar trasponer esa escena a nuestro país.










Quercus rubra, de él se obtiene madera para los toneles donde envejece la mayor parte del vino de calidad




Disfrutamos mucho de él, nos dedicamos a hacer infinidad de fotos y recoger hojas de espectacular color amarillo y rojo, muchas de ellas llegaron a España más o menos enteras y ahora adornan la pared de mi estudio.




Una de las cosas que más me impresionaron del parque fue su "colección" de rocas. En un documental del Canal de Historia me enteré de su antigüedad. Proceden de épocas incluso precámbricas, es decir, anteriores a la era Primaria, el momento en que nuestro planeta se volvió sólido. Si uno se fija en las afloraciones de esquisto, gneis y granito del parque puede hacerse una idea clara de la originalidad de dichas rocas. Tienen un aspecto realmente arcaico, como de borbotón volcánico, de masa recién emergida, olas densas de sinuoso trazado y brillante superficie.



Muchos milenios después, un glaciar situado en lo que hoy es el río Hudson las arañó, estrió y pulió dejándoles marcas reconocibles. Muchas de ellas se fracturaron y “navegaron” impulsadas por el peso lento pero inexorable del glaciar, constituyendo lo que hoy llaman “bloques erráticos” de la llamada Formación Cámbrica Manhattan, conformando una parte esencial del parque, tanto como elemento paisajístico o como fondo de los estanques o partes constitutivas de sus puentes.

Muchas de estas rocas oscuras proceden de los escarpes jurásicos de los Palisades que se sitúan al otro lado el Hudson y que son perfectamente visibles cuando se visitan The Cloisters y el Fort Tryon Park. En los Palisades (antiguas raíces de una cadena montañosa) predominan los esquistos y micas, de superficie brillante. Datan de hace unos 1100 a 190 millones de años.

El río Hudson por su parte, se sitúa por encima del fiordo más meridional de todos los del hemisferio norte. El glaciar que lo formó tenía hasta 1000 m de espesor. Sus morrenas constituyen hoy en día buena parte de Staten Island, pasando el estrecho y llegando a Brooklyn y Queens. Sin ella la mayor parte de Long Island estaría bajo el mar pues su roca madre está muy por debajo del Atlántico. Precisamente la morrena terminal tiene tierras de muy mala calidad, su situación determinó la disposición de zonas verdes y cementerios tanto en Central Park como en los parques de Brooklyn y Queens.

Ha sido difícil hallar información sobre estos asuntos geológicos. Casi todas las páginas están en inglés y dado el carácter especifico del asunto que tratan, son de difícil traducción (no hablemos ya si optas por "traducir página", es aún más incomprensible). Sin embargo un trabajo colgado en pdf de Ángel Martínez  García-Posada, arquitecto y profesor asociado de la Escuela técnica Superior de Arquitectura de la Universidad de Sevilla, titulado Las cualidades del vacío de Central Park (no asustarse por el título, lo cierto es que hace unas reflexiones ciertamente interesantes) viene abundante información sobre la historia del parque, las ideas urbanísticas que lo impulsaron, así como imágenes de una época donde se ve a Nueva York aún sin cuajar.

Encontrarte en el corazón de la isla central de la ciudad principal del país más poderoso del planeta, pisando las rocas más antiguas que yo jamás había visto me ha parecido un contraste fascinante, una experiencia que ponía en conexión el momento más remoto de la historia con el presente más innovador.



No hay comentarios:

Publicar un comentario