Visité la Pionacoteca di Brera un día oscuro y lluvioso. Esta institución, aún centro de enseñanza, fue reorganizada por Napoleón, que trajo a Milán (expolió, dirían otros) las principales muestras de arte del norte de Italia para que pudieran verlas los estudiantes. A Napoleón como a todos los franceses, le tienen por aquí gran aprecio. El emperador no es el invasor de la patria como en España, sino una especie de primo lejano (un Bonaparte, a fin de cuentas) transfigurado por la ilustración y el europeísmo. Los norteitalianos tienen al parecer gran interés (no sólo espiritual) en resaltar la filiación gala de sus orígenes, cultura o relaciones económicas.
Resulta curioso pasear entre los jóvenes que entran y salen de clase o van a la cafetería por pasillos podriamos decir con gran solera (históricos, desde hace décadas no se remozan) cubiertos de pasquines como suele suceder en los centros universitarios.
Allí me puse al día de una serie de pintores del entorno milanés. Anoto para dar cuenta de ellos los que más me gustaron:
Gian Battista Cima, autor de fino dibujo y composición clasicista que me recordó a Bellini.
Bellini |
Francesco del Cossa |
Las obras de Vincenzo Foppa se reparten entre la Pinacoteca di Brera y el Castello Sforza. Es un pintor magnífico aunque algo retardatario para su época como se puede ver.
Tras la Pinacoteca y comer sobre la marcha y bajo la lluvia, visité el Castello Sforza, al que la escasa luz del día y el tiempo desabrido proporcionaban un aspecto bastante hosco. Dentro, como ya se puede imaginar, más y más arte.
A la salida un descanso paisajístico: magníficos jardines alrededor del Castello - en realidad, por todo Milán, con este clima nada les cuesta mantener un tupido césped y frondosos árboles - destemplada estampa otoñal que requiere un contrapunto de té inglés en un lugar cálido y señorial. Arces teñidos ya entonces con toda la paleta tonal que va del amarillo intenso al rojo fulminante, gingkos de oro, paseos sinuosos sólo visitados a esas horas intempestivas (las 5 de la tarde-noche) por deportistas, mamás con bebés e inmigrantes descansando de su jornada de top manta.
¿Por qué valorar sólo a los "genios", a los que rompen moldes, o son originales e incomprendidos? Esta apreciación tan romántica del arte nos ha hecho despreciar o minusvalorar a otros muchos que aprendieron las "maneras" de los pioneros reproduciéndolas con enorme maestría. Se pueden rastrear desde luego, rasgos de éste o de aquel. Así lo hice durante bastante rato en estos museos, ésto es de Miguel Ángel (pocos siguieron por estas tierras al genial florentino) éste copia a Leonardo (muchos lo hicieron aquí, donde tantos años pasó al servicio de Ludovico Sforza), éste toma la delicadeza y el colorido de Rafael, aquí los rasgos de Bellini, allí las frutas y amorcillos de Mantegna... Al cabo dejé de hacerlo, para disfrutar sin prejuicios de lo que veía.
Cristo muerto. Mantegna |
Rafael y sus arquitecturas utópicas |
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